Los jóvenes constituyen uno de los sectores más afectados por el encarecimiento de la hipoteca. Al fin y al cabo, son ellos los que deben enfrentarse a la adquisición de una primera vivienda, aunque este enfrentamiento queda en muchos casos atrasado hasta superar la barrera de los 30. Y es que, según el último informe del OBJOVI, sólo una media del 41,4 por ciento de los jóvenes entre 18 y 35 años estaba emancipado al finalizar 2005. Un problema que se agudiza en los intervalos más altos de edad. De hecho, el mismo informe revela que un 28,5 por ciento de los jóvenes entre 30 y 34 años está aún sin emancipar. Ante esta situación, muchas entidades bancarias han visto necesaria la creación de un producto financiero específico que facilite la compra de una vivienda a este sector de la población. El resultado ha sido la llamada hipoteca joven, una sugerente oferta para todos aquellos jóvenes de entre 18 y 35 años que viene acompañada de determinadas facilidades para que el acceso a una casa sea lo más llevadero posible. Pagar menos en más tiempo Entre las características de este hipoteca, destaca la prolongación del plazo de amortización, que en este caso puede llegar incluso a los 40 años. De este modo, el cliente tiene la oportunidad de hacer frente a cuotas más bajas que las establecidas en hipotecas a 20 ó 25 años, aunque debe contar con ellas durante mucho más tiempo. Se trata de una propiedad a la que se une la posibilidad de obtener financiación adicional (segunda hipoteca, créditos abiertos...) y un interés relativamente bajo. Asimismo, este tipo de hipotecas ofrece períodos de carencia durante los primeros años del préstamo, que son en los que más dificultades puede tener el comprador debido al incremento de los gastos. Es decir, el cliente pagará en un primer momento sólo intereses, aunque deberá ser consciente de que la parte de capital que no se ha sumado al principio se sumará después de forma progresiva y engordará considerablemente la cuota. Se trata, por tanto, de unas ventajas que hacen más cómoda la compra pero que, por las repercusiones que pueden tener a largo plazo, deben analizarse detenidamente y valorar si, en realidad, rentarán en un futuro.
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